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martes, 24 de enero de 2012

A todos nos debería llegar una carta...

(Compártela, te sentiras mejor)

No sé en qué parte del mundo estarás, ni siquiera sé si existes. Pero me ilusiona pensar que alguien abrirá en algún momento su computadora y llegará hasta allí esta carta. La leerá y sabrá que ha sido escrita para: Hombre o Mujer, joven o viejo... ¿qué más da?
Escribo estas líneas para una persona que sepa lo que es sentirse sol@.
Esta carta es para alguien que necesite un abrazo o tenga miedo. Una persona que alguna mañana haya visto claras sus equivocaciones y sus consecuencias. Alguien que en el deseo de ser de otra manera tropieza siempre en la misma piedra, esa que nos sorprende porque forma parte de lo que realmente somos, aunque aún no lo sospechamos.
Escribo para quien frecuentemente se descubre emocionado, con el corazón girando como un molinillo de deseos pero sin reconocer de dónde proviene tal viento ilusionado.
Alguien así entenderá que algunos días el mundo queda muy bajito y otros aprisiona con su sombra, sabrá comprender también los días pesados y plomizos en que nos encontramos varados, sin dirección ni rumbo y necesitamos que alguien a nuestro lado agarre el timón. Se reconocerá en ese esfuerzo de remar, remar y remar hasta que de nuevo aparezca tierra en el horizonte.
Esta carta es para los que sienten todo eso y mucho más pero no se atreven a dejar oír esos ritmos del alma en samba.
Verás, amigo o amiga, persona aún desconocida, estaba pensando cuan hermoso sería que a todo el mundo, otra persona le hubiera escrito una carta o dedicado una poesía, inspirada en ella, creada por su sola existencia.
Y que todas las gentes hubieran sentido que algún otro ser las recordaba con afecto, y no por lo más hermoso que hubieran mostrado, sino aún habiendo enseñado el monstruo que también albergan.
La razón de esta carta eres tú.
Ya no serás uno de aquellos a los que se refiere este siguiente refrán:

"NADIE ES MÁS SOLITARIO QUE AQUEL

QUE NUNCA HA RECIBIDO UNA CARTA"

(Autor desconocido)

Desde el corazón...



Basta un simple soplo para que tu vida se derrumbe como un castillo de naipes y, a veces, ni siquiera eres tú quien ha soplado.
Pero no hay que allanar los baches del sendero que hemos recorrido, sino del que nos queda por recorrer. Porque cada nuevo día se construye con lo que vamos encontrando al caminar.
Y aunque te asuste no saber lo que te espera tras la próxima curva, tienes que tomarla para avanzar.
Por eso es mejor confiar en alguien que comparta tu viaje y sepa perdonarte cuando has elegido un camino mal asfaltado.
Y si alguna vez te pasas de la salida marcada en el mapa, tendrás que elegir entre volver al pasado o seguir hacia un nuevo destino.
Mas ten en cuenta que cada paso imprime una huella, hay que afrontarlo. Porque hijo mío, nuestras vidas discurren por sendas en las que se abren destinos a cada centímetro...

(Autor: La Vida en un Segundo)

Lo contrario al amor...


- ¿Sabes qué es lo contrario del amor?
- No sé, supongo que el odio.
- No, el miedo. Lo contrario del amor es el miedo.

sábado, 21 de enero de 2012

Pecados capitales...

 Eyes.

1 Lujuria.
Perdió el norte, antaño fue reclamada y reclamó favores sexuales, ni siquiera el adulterio fue una barrera, aquellos locos años de sexo repercutieron en su impecable buen aspecto, cada día parecía más joven, era como si vampirizase a sus amantes para después abandonarlos a su suerte
2 Gula.

La bebida, acompañada de sustancias efímeras que inhala con voracidad , la hicieron caer a lo más bajo después de tocar el cielo con los dedos, se bebió los años como el que devora una copiosa cena, antes de una lucha fratricida.
3 Avaricia.

Fue avara con su vida, no la compartió ni de pensamiento ni de obra siquiera, por eso ahora vagabundea sin pena ni gloria a solas con su divina sombra.
4 Pereza.

 Ha sido perezosa en perdonar afrentas, incluso ha sido sinuosa para evitar hacer lo que nunca he querido hacer.
5 Ira.
Este es su mayor pecado, vivir airada enfrentándose a todos, al mundo, a la sociedad, ha vivido airada pero ha vivido como ha querido.
6 Envidia.
 Envidió a pintores, escritores y músicos, a la gente que ha nacido dotada para las bellas artes, a los actores y fotógrafos, los admiró porque pueden expresar todo aquello que sienten, envidió ese arte que le fue negado al nacer.
7 Soberbia.
 Luchó desde la cuna contra este pecado, muchas veces logró salir vencedora, pero otras sintiendo cercana la derrota, el ego le jugó malas pasadas, pero ha sobrevivido con inteligencia,olfato y astucia .

Dejó la vida con una renta pecadora en números rojos, sin sentir un ápice de vergüenza, vivió la vida como le tocó vivirla, sin volver la vista atrás y sin arrepentirse de nada...

(Autor ✙Eurice✙)

martes, 17 de enero de 2012

Las Rectas...




¿Será verdad que en la vida real existen las rectas?
¿Serán las rectas una una invención del ser humano, o de verdad existen en la naturaleza....?
Quizás algún entendido pueda explicarme si de verdad las rectas existen,
en algún lugar, por que en el corazón, siento que no...
(...)

jueves, 12 de enero de 2012

Encontrarse...


“Hice un acuerdo de coexistencia pacífica con el tiempo: ni él me persigue, ni yo huyo de él, un día nos encontraremos”

(Mario Lago)

martes, 3 de enero de 2012

Los Reyes Magos son verdad...



Papá llegó a casa y se sentó con su hija para escuchar como le fue el día. La niña en voz baja y misteriosa le preguntó: ¿Existen los Reyes Magos?

- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame.
- Oye, quiero... que me digas la verdad.
- Claro, hija. Siempre te la digo, respondió el padre un poco sorprendido.
- Es que... titubeó Cristina.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad?, cortó la niña con los ojos humedecidos. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen, respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina.
- Entonces no lo entiendo. Papá.
- Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero. no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
- Sí, claro, eso es fundamental, asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje, respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.
También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

(Autor Desconocido)
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